viernes, marzo 18, 2005

Los Piojos en Olavarria

Los Piojos se presentaron en Olavarría, la ciudad en la que hace cuatro años fueron prohibidos los Redonditos de Ricota, y derrotaron al fantasma del no se puede aquí. Llenaron el estadio y fue una fiesta.
Sucedió en el estadio de Estudiantes de Olavarría, el multicampeón del básquet argentino de las dos últimas temporadas, y ésa fue la novedad. Porque el concierto que ofrecieron Los Piojos el sábado en esta ciudad del centro bonaerense conocida como La Capital del Cemento -aquí están las imponentes fábricas del imperio Fortabat- bien podría haber sido en Obras. O en cualquier otro estadio acostumbrado a recibir la fiesta piojosa. Así de caliente fue el concierto. (Y así lucen las grandes bandas. De local o de visitante, siempre con espíritu ganador).
Con el pretexto de presentar formalmente Verde paisaje del infierno, su última obra, Los Piojos comandaron una fiesta de casi dos horas ante casi cuatro mil personas, locales y visitantes de ciudades vecinas, que hicieron lo suyo como si fueran habitúes de sus conciertos: encendieron bengalas, alzaron los brazos en sincronía en Ay, ay, ay, transpiraron y corearon todos los temas, y confirmaron una vez más, por si hiciera falta a esta altura, que el grupo es -a excepción de Los Redondos, que están más allá de todo- el más popular de la escena rockera argentina en todo el sentido del término. Lo cual debe entenderse como mucho, porque, por ejemplo, quienes venden muchos discos no siempre llegan a ser verdaderamente populares.
Y Los Piojos el sábado también fueron cazafantasmas. Con la misma eficacia que tenía Andrés Ciro Martínez para combatir cucarachas en los primeros tiempos del grupo -así se ganaba la vida el cantante cuando vivir del rock era un sueño parecido a una utopía-, Los Piojos atraparon al fantasma del aquí no se puede que sobrevolaba esta ciudad desde hace cuatro años, cuando el todopoderoso intendente local prohibió porque sí nomás un concierto de Los Redonditos y dejó con las ganas a miles y miles de ricotecos que habían llegado desde distintas lugares del país. Ese fue el desafío extra para todos los participantes de la fiesta del sábado. Para los músicos y para el público. Y el desafío se ganó. Por goleada. Un trapo de los tantos que fueron colgados de las tribunas del estadio, sintetizaba el fondo de la cuestión. Firmado por unos seguidores de Los Piojos y los Redondos, decía: "La intolerancia es el fruto de la ignorancia". Esa es la clave. Los olavarrienses que en su momento se alegraron por la mano firme de su máxima autoridad municipal ante los Redondos sin saber bien por qué, ahora deberán aceptar, les guste o no, que el rock no es una peste. Y si alguna duda les queda, que les pregunten a los pibes que fueron a la fiesta de Los Piojos.

Fuente Rock.com.ar

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