Los escasos estrenos que incluye el repertorio permiten alentar buenas expectativas por el próximo disco. María y José es una sugestiva y emotiva actualización del nacimiento de Jesús. aquello sucedió hace dos mil años y lejos de Buenos Aires, pero que sigue pasando hoy y aquí, a pesar de los pesares, según da a entender la canción que tiene destino de clásico piojoso. Reggae Rojo & Negro, dedicado al pueblo cubano, y Luz de marfil son los otros dos adelantos. Una novedad más fue el nuevo intermezzo percusivo, que incluyó, con formación de parches murgueros, un sencillo encadenamiento de bagualas y vidalas del norte argentino, con Vidala de la copla como final. Otra vez Los Piojos bebiendo de la raíz. Cuando el público se aprenda las coplas -no tardará en suceder- y se produzca el canto masivo, habrá que invitar al show a Leda Valladares, para que vea, una vez más, que su obra de toda la vida ha tenido sentido.
Seguramente lo más interesante que tienen los conciertos de Los Piojos es que siempre son fiestas nuevas, porque así lo permiten la nobleza y la sinceridad de todos los temas, incluso de los más antiguos. "Babilonia", "Ay ay ay", "Los mocosos", "Shup shup" y "Pistolas", por citar de manera antojadiza solo un puñadito, tienen tanto vigor como en su primera noche. "Maradó" sigue siendo el mejor tema que se le ha dedicado al 10, "El farolito" -en su momento bien cuidado del manoseo- continúa fresco, y hasta el tango "Yira yira" presentado desde las pantallas de video por Gardel y Discépolo -qué buen símbolo- luce integrado naturalmente. Es que Los Piojos siguen siendo, por sobre todo, rocanrol de Buenos Aires, es decir tangos de hoy. Y alegría a pesar de la desdicha. En sintonía, estos conciertos de Obras son celebraciones populares para que, una vez más, quienes se interesen puedan ver lo bien que se vive, pese a lo mal que se está.
Fuente Rock.com.ar
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