viernes, marzo 18, 2005

Se enciende la Máquina

Máquina de sangre , el sexto disco de Los Piojos, encuentra a la banda otra vez en un camino de apertura musical. Mimi Maura canta un tema junto a Ciro y el cantante le dedica una canción de cuna a su hija"La gran máquina de sangre espera que te portes como parte de tal. Pero hay algo que se está moviendo dentro de manera imprevisible, casi imperceptible. Y es muy veloz..." El lema conductor del nuevo álbum de Los Piojos (escrito dentro del moderno packaging que lo envuelve) deja esos puntos suspensivos para que la imaginación vuele hacia donde uno desee. Aunque Andrés Ciro Martínez ya dijo por ahí que "la máquina de sangre" se refiere a la banda, aquí el concepto parece jugar con dobles, triples o cuádruples sentidos. Y hasta se podría decir que propone un final abierto. Tan abierto como lo es este sexto disco de estudio de Los Piojos, que va y viene en estilos y que resulta, tras Verde paisaje del infierno , un regreso al amplio sello piojoso de sus trabajos más creativos ( Ay ay ay y Tercer arco ). En la variedad sonora de las trece composiciones de Máquina de sangre , sobresalen un ska festivo a la Kapanga ( Como Alí ) y una sentimental canción de cuna que el cantante dedica a su hija "y a todos los hijos de los viejos piojosos". Hay gaitas para un tema épico ( Langostas )e invitados como Mimi Maura (en la balada Amor de perros, que romperá más de un corazón adolescente como lo hicieron en su momento clásicos de la altura de Ando ganas o Tan solo ) y Chucky De Ipola (que acompaña en teclados, piano y órgano hammond en casi todo el álbum). El espíritu de amplitud del disco llega hasta límites insospechados un par de años atrás: uno de los temas, Motumbo , está firmado por toda la banda y Daniel Buira, el ex baterista y percusionista piojoso que se fue del grupo en una pelea que parecía no tener retorno. Y para reafirmar el camino de múltiples aperturas que retomó la banda, hasta cambiaron de diseñadores y se pusieron al día con la modernidad estética. Tanto, que el álbum incluye el logo del nuevo piojito (ahora con una máscara de gas) en un plástico apto para que cada uno pueda pintarlo donde desee, acorde con la movida stencil que desde hace tiempo invade las paredes de Buenos Aires. Dientes de cordero , Guadalupe y Sudestada son canciones piojosas ciento por ciento. Como No parés , el tema que cierra el disco y que promete un coro de miles de voces cuando llegue el momento del vivo. La cadencia de las melodías demuestra una vez más que le calzan mejor a la banda que el sucio rock and roll, además de dejar bien claro que ese arrastre sonoro parece hecho a medida para la voz de Ciro (cada vez con más protagonismo y ya ubicado por mérito propio en el podio de voces referentes del rock nacional). En las letras se mezclan personajes como Mohamed Alí, Napoleón, Shaka Zulu, Darín y Blaquier; Ciro retrata la vida después del éxtasis ("Es la nueva sensación, la nueva generación, es un salto, es un frenesí... y yo me elevo al compás, DJ sin paz y desde acá veo Berlín") y ofrecen un poético y conmovedor pantallazo de la Argentina de hoy ("Ollas que destellan, en la noche azul, abollada estrella, vieja cruz del sur... Piquetes y horcas, muerte en el corral, el poder es ciego, no puede escuchar... Miles de pueblitos-villa, crecen en el interior, feudos medievales donde te llaman Señor"). Andrés Ciro Martínez, Gustavo Kupinski, Daniel Fernández, Miguel Rodríguez, Sebastián Cardero y Facundo Farías Gómez encendieron la máquina otra vez y suena tan ajustada que no parece una coincidencia que, en menos de un mes, la lleven a probar por primera vez a River.

Fuente La Nación

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