En trece canciones, Andrés Ciro, más líder y protagonista del grupo que nunca, también productor, escribe desde distintos frentes: las aventuras amorosas (el logrado primer corte "Fantasma" y "Guadalupe", sostenido por un seductor groove de bajo); la indignación ante el noticiero (como "Langostas", una visión de la guerra desde la óptica de los niños iraquíes, o "Dientes de cordero", su mirada de la realidad local pre y post cacerolazo); o la ultra-intimidad de "Canción de cuna", dedicada a sus hijas que incluso tiene una coda gospel donde la mayor, Katja, canta junto al papá rockero.
"Como Alí" aporta jolgorio con una letra delirante y "extasiada" y pasta de hit festivo: entra en la tendencia de "soy-rockero-pero-fui-a-una-rave" que transitaron desde Catupecu ("Eso vive") a Divididos ("Miente el after-hours") o un habitué como Sokol (el experimento electrónico "Puede ser"). Otro punto alto es la balada caribeña "Amor de perros" (¿el nuevo "Ando ganas"?), con Mimi Maura. Y "No pares" marca el regreso de un futbolista a los coros: salió el "Rifle" Pandolfi, entró Nicolás Burdisso, defensor de Boca.
A su modo, este disco cierra la trilogía de "Azul" y "Verde..." donde la banda se planta desde un lugar más ecléctico. Todo lo que en los primeros tres discos (hasta "Tercer arco") trajo fama, ritual y fortuna (esa reformulación de rock stoniano con música rioplatense, como candombe y tango), se convierte en los intentos de aprovechar la masividad para perderle miedo a otros géneros. Y lo que ganan en musicalidad (Ciro canta mejor) lo pierden en espontaneidad: antes vivían para la banda; después vivieron de la banda. Lo curioso es que fue en estos últimos años cuando cosecharon la popularidad que les permitió llenar estadios hasta llegar al próximo River.
Andrés: "Somos una máquina de rock"
—¿De qué "Máquina de sangre" habla el disco?
—Tiene que ver con la banda, que se convirtió en una enorme maquinaria alrededor de la cual se mueven cientos de personas, camiones y toneladas de cosas para que, en un instante, un intangible "Agua..." se pronuncie. Una máquina de rock que es accionada a fuerza de sudor y sangre.
—¿Cómo explicas la última mutación del piojito? ¿Viene con máscara de gas incorporada?
—Buscábamos un piojo que tuviera algo de guerra o posguerra o una imagen al estilo de las viejas revistas Fierro. Yo tiraba una onda máscara de las armaduras medievales, pero de hoy.
—"Como Alí" es un tema atípico en cuanto a su estructura musical (me atrevo a decir: "música klezmer y Los Decadentes") y letra como de "after-hour"...
—Se refiere a quedar como el ex boxeador, por unas horas o de por vida, después de cagarse a trompadas, a pastillazos. Siempre se encuentra una nueva escapatoria si no gustan las tradicionales y, como los efectos aún del todo no se ven, habrá que quemar un par de generaciones hasta enviciarse con algo nuevo.
—"Canción de cuna" es un tema muy íntimo, el oyente es como un voyeur de tu intimidad. ¿Por qué decidiste hacerle un tema a tus hijas?
—Porque mi hija más grande me lo pidió. Tuve reticencia a incluir este tema que a todos los demás de la banda les gustaba mucho, lo sentía demasiado personal. ¿A quién puede importarle lo que a mí me pasa en lo más profundo? Pero uno es mucho más común de lo que piensa: resultó que todos los que fueron padres sienten más o menos lo mismo.
Fuente Suplemento S! Clarin
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